El Cobanaro
Por Octavio Almada Palafox
Para que nos hacen estudiar historia? De qué le sirve a usted la historia? Me va a decir usted que las preguntas son tontas, pero voy más allá, aunque nunca es tarde para preguntarse lo siguiente: ¿Cómo ha hecho efecto de lo que conozco de historia en mi personalidad, en mi identidad, en mi proyecto de vida o lo que he hecho en la vida? ¿Me nutrí bien de historia? ¿Tengo los conocimientos correctos? ¿Qué parte o partes de la historia elegí para crear mi concepto de historia? ¿Cree usted que todo lo que realmente ocurre en una serie de acontecimientos históricos sea en verdad lo que sucedió? ¿Lo que me ofrece la escuela o la información flotante es lo que debo saber? ¿Lo que sé de historia es lo que me dijeron en la escuela y ya?
Miles de historiadores se queman los ojos y la vida tratando de desentrañar lo que realmente pasó en cierto suceso o proceso de sucesos. Y se han quemado así la vida precisamente porque no se cuenta con la información total de los sucesos Por eso el pasado presentará ciertas oscuridades. Por las guerras o la ignorancia que emana de ellas se ha destruido inmensas cantidades de documentos, monumentos y todo aquello que contiene información. No es normal que objetos de riqueza cultural enorme se encuentren enterrados. De lo que se trató es de ocultarlos.
Entonces pregunto: ¿Cómo es la verdad? ¿Cuándo se puede decir que se tiene la verdad de cierto tema? Recuerde que la verdad es también tema importante para los gobiernos porque los gobiernos modifican o administran la historia de acuerdo a su proyecto…..perooo… ya estamos en otros tiempos, tiempos en los que los recursos técnicos, la informática, las grabaciones, las inmensas capacidades de registrar con las tecnologías de información se libran de los controles gubernamentales para dosificar la verdad.
Recuerdan ustedes ese asunto de “La verdad histórica” del caso de Ayotzinapa?
Es un tema vergonzoso. En primera instancia porque desde el gobierno de Peña se trató de ofender cualquier tipo de inteligencia al imponer autoritariamente una “verdad” mucho antes de que investigadores se dieran a la tarea de analizar con técnicas refinadas esa matanza de estudiantes. Muuuy sospechoso resultó el ardid. Se diseñó una demostración que rápidamente se cayó a pedazos porque carecía del sustento de la lógica. Hay tanto oculto en ese tema que aún la investigación está inconclusa. Históricamente, la verdad política ha estado manipulada por la necesidad de controlar socialmente a la sociedad, por lo menos a la mayoría. Por eso se gastaron miles de millones en ello, porque la verdad, para ellos, no puede emitirse, es complicado y comprometedor.
Pues ahora tenemos que en un hecho que simplemente no tiene precedentes en ningún país, en ningún proceso de gobernabilidad, este gobierno dedica tres conferencias de prensa largas para detallar un suceso con pormenores, exponiéndose a las preguntas de reporteros que tienen el interés, inducido o no, exigido o no, en que todo se sepa a pesar de cuentas reservas que una investigación tiene. A los reporteros, los jefes de información sugieren el tema o el seguimiento, de acuerdo a los intereses de las empresas de comunicación, sus afinidades o alergias políticas. No siempre es la verdad el objetivo sino el interés político que en el fondo son asuntos de dinero o de poder. Recuerden que se quitó la millonaria subvención a los medios. La irritación también es un elemento a considerar.
En un momento de las conferencias, por peticiones de detalles se suelta una verdad, un nombre. Al día siguiente se ataca la mención del nombre cuando algunos de los mismos medios lo exigían. Lo cierto es que se trató de desviar el núcleo de las decisiones de gobierno en el asunto de Culiacán, de la detención de Ovidio, la neutralización de una segura matanza de inocentes. Eso se olvidó. Sin embargo el gobierno en voz del mismo presidente, en una suerte de comparecencia que se desbordó en actitudes incorrectas, respondió todas las preguntas, las horas, los minutos, la complejidad del suceso.
Este estilo de gobernar, de comparecer cotidianamente de esta manera y este detalle de responder y de asumir errores abrirá una nueva corriente de comunicación social que difícilmente será replicada. Nunca antes se tuvo durante horas a un Primer Mandatario frente a los reporteros de medios de comunicación para responder a una ansiosa necesidad de desmenuzar un suceso en donde se reconocieron errores y se tomó una decisión en favor de desinhibir un escenario de sangre inocente.
Y eso vale para regresar al tema de la historia, de la verdad. Casi nunca nuestros acontecimientos actuales son pertinentemente valorados. Estamos en una ruptura de las tradiciones, si, de las tradiciones de comunicación gubernamental, tradiciones que eran traiciones a la verdad y que generaron una costumbre. Anda por ahí en las redes sociales una foto de un conjunto de reporteros muy acomodados dentro del avión presidencial con Peña Nieto. Se veía al expresidente Peña muy cómodo y los reporteros muy a gusto. Tiempos pasados.
Esta semana se dio una catedra de nuevos tiempos comunicacionales en donde todavía se convive con intereses lejanos a la verdad y cercanos al golpeteo político. Pero vemos a un Presidente que se enfrenta, que defiende el debate y la pasión, en donde se revelan muchas verdades en la actuación de todos. Alguien está cimbrando todo, asumiendo las consecuencias. Alguien que tiene un peso de legitimidad que se fortalece día a día y que cambia semana a semana las estructuras legales obsoletas, esas que permitían saqueo, opacidades y desigualdades sociales. Y ese peso genera adversidades que llegan al delirio.
Esta es una invitación a reconsiderar nuestro saber histórico propio. Tal vez una zambullida a los libros nos harán ver que la historia tiene sus misterios y sus ideologías y que tal vez nadie posea la verdad.
“Historia y un libro, los pasos escritos con tinta de la pasión, y trasmitidos con el corazón” Octavio Almada
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