Hace años, en 1997, apareció la primera edición de un texto que hizo historia en el pensamiento de análisis político, un texto llamado “El Horror económico” de una mujer, Viviane Forrester, que pretendía hacer una denuncia más del neoliberalismo. Ella sostenía que vivimos en medio de una falacia descomunal, un mundo desaparecido que se pretende perpetuar mediante políticas artificiales. Un mundo en el que nuestros conceptos del trabajo y por ende del desempleo carecen de contenido y en el cual millones de vidas son destruidas y sus destinos son aniquilados, según la reseña de Wikipedia. Eran tiempos en donde se pergeñaba en Europa la tendencia globalifóbica y en México se ostentaba la tecnocracia como la panacea de justicia social. En el libro de Forrester se analizaban los problemas del desempleo, de la marginación, de las crecientes desigualdades sociales y culturales no deben ser, sugiere la autora, tratados sólo entre especialistas: deben discutirse en la sociedad. Los economistas de izquierda se nutrieron de esta retórica que ya anunciaba el despliegue del neoliberalismo en toda su capacidad y rapacidad. Pues sí, Forrester tenía razón en cierto sentido, el horror económico apunto y devastó al vida de millones de humanos en favor de la desigualdad social, el consumo obsesivo e idiota y la minuciosa destrucción del medio ambiente. Las sociedades se acostumbraron y legitimaron las carencias y los abusos contra las clases precarias. Las experiencias de la pobreza y la miseria se convirtieron en plato vivencial del turismo. El horror se instaló de tal manera que se concibió como una normalidad. El método de la corrupción calló muchas bocas intelectuales solazadas en la pobreza de su confort. La visión de Forrester se gestó con precisión en América Latina. El ahora campo de la práctica económica neoliberal está reventando por estos tiempos. No nos acostumbramos al horror; sin embargo las fuerzas propiciatorias del neoliberalismo siguen manipulando borradores democráticos y tratando de reventar cualquier proceso que cultive un proyecto alternativo de economía.
Otro texto famoso que nutrió a la izquierda fue el de “Imperio” de Negri y Hart. La reseña de Aurora Moreno indica que los postulados económicos neliberales que en él se plantean parecen llevar a un punto de no retorno, sobre todo cuando los Estados pierden la autonomía frente al capital. Un tema fundamental es el papel de las masas, quienes representan a un nuevo sujeto capaz de actuar en forma creativa y autónoma. Para Hart y Negri los conceptos de soberanía, nación y pueblo reflejan cambios en el orden cultural, económico y social, como consecuencia de una sociedad globalizada. Es así como surgen nuevas formas de dominio expresadas en racismo, servidumbre y coloniaje. La soberanía se desvanece y se privilegia el poder enmarcado en las empresas transnacionales que forman un nuevo orden global.
Pues bien, ahora aparece un libro que va a cimbrar a diestros y siniestros, más a la derecha que a la izquierda. “La Economía moral” y que alude a las descripciones precisas de los anteriores intelectuales de los efectos neoliberales contra la humanidad y contra el ambiente. La puntualidad política del autor, el Presidente de la República inserta a su libro en un ambiente peculiar, justo cuando se está aprobando su propuesta económica en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2020. Tenemos entonces un fenómeno cultural peculiar en donde se presenta una descripción, un análisis que justifica el paso de la legitimidad a la legalidad justo cuando se activa el presupuesto de la Nación en programas sociales. Para la Secretaría de Bienestar se hicieron ampliaciones por 8,365.3 mdp para tres programas estrella del gobierno actual: Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores; Pensión para el Bienestar de las personas con Discapacidad Permanente; programa Sembrando Vida, el inédito programa que combina generación de empleo con cuidado ambiental que regenerará la carpeta forestal mexicana. Se incrementa presupuesto a la seguridad pública y se mete en cintura de austeridad a varios órganos autónomos que dilapidaban sus impuestos en millonarios gastos superfluos. Usted verá sus berrinches.
Muchos analistas económicos se resisten a conjugar la moral con la economía pero no se resisten a conjugar la pobreza con la concentración de la riqueza en muy pocas manos, como si fuera un canon económico el dotar de una vida inmensamente lujosa a pocas familias a costa de ofrecer una vida precaria a millones. La economía moral es una apuesta atrevida, entusiasta, inédita en su práctica, que ya está sorprendiendo al mundo con el combate real y contundente a la corrupción. Ese es un puntal moral que no gusta nada a quienes bebían la sangre presupuestal como parásitos. Es en este segundo paquete económico de la Cuarta Transformación, que combina austeridad, programas sociales, seguridad, infraestructura en donde verdaderamente se verán materializados los planteamientos de la economía moral del Presidente López Obrador. Vemos por primera vez esta audacia de combinar el postulado ético de presidencia con una práctica presupuestal real.
“Economía moral, una economía que en cada hogar tengan lo digno, o ¿también están encontrá?” Octavio Almada
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