El Cobanaro
Por Octavio Almada Palafox
México vive una experiencia extrema. Esto tiene que entrar perfectamente bien a nuestra cabeza porque tendremos que adaptarnos, con todos los sacrificios que esto exija, a una nueva cotidianeidad. Se escucha y escribe fácil pero consideremos que nuestra vida diaria es muchas veces desconsiderada, competitiva, el famoso primero yo, después yo y al último yo. Esto tendrá que cambiar radicalmente pues el orden social, sobre todo en grandes ciudades atestadas de personas en un espacio estrecho. Quienes se resistían al cambio se encontrarán con una exigencia de disciplina desconocida.
Bien. Sumado a las tormentas de la crisis económica mundial; la transición política real del sistema, el cambio climático y a la interminable y natural guerra entre conservadores y liberales, -conservadores que en este tiempo ya sólo presentan rasgos fanáticos-, se presenta un manto de invasión epidémica que trastocará todos los órdenes de la vida social. A ningún Presidente de México se le ha presentado esta suma catastrófica de variables. No sólo la historia política, sino una real crisis de la humanidad. Entrarle a resolver esta serie de ecuaciones casi imposibles es la tarea presente del equipo de la Presidencia. De ese tamaño está el futuro. Y para colmo, todo se resiste a cambiar, empezando por la arraigada epidemia de costumbres corruptas.
Y en ese panorama que parece pesimista, el Presidente de la República presenta un trabajo de ideas. El nuevo ensayo del Presidente Andrés Manuel López Obrador se llama “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”
Esta pandemia le ha dado la razón a las ideas, ya desde hace mucho defendidas, del Presidente. Una de ellas es la nocividad del modelo económico conocido como Neoliberalismo que no es más que una organización cruda y salvaje basada en el dinero. Otra de esas ideas es que esto puede cambiarse, aunque poco a poco, dada la desesperada resistencia de los grupos de poder económico que controlan, con dinero, la mayoría de los medios de comunicación mexicanos e incluso con influencia en diarios extranjeros para deteriorar la imagen del Presidente de México.
El documento plantea realizar un esfuerzo gubernamental inmenso: Vincular economía a democracia. Esto le pude sonar trillado pero que la economía se deje conducir por la democracia y no por las fuerzas del dinero, es todo cuesta arriba, pues exige desprender los intereses de los grupos de poder, de las necesidades de la mayoría de la gente. También suena a algo muy platicado por los políticos pero esto es prácticamente una guerra. Todo el gran grupo de empresarios y de delincuencia organizada jamás permitirá que sus intereses pasen a segundo plano. Hacen hasta lo imposible para frenar o sabotear, incluso poner en circulación un sistema de mentiras que hay que combatir con la verdad. Una de las principales mentiras es presionar por cambios rápidos. Eso es imposible. Los procesos a reconducir requieren años para reorientarlos por una vía ética. Y añádase a esto que se construye un sistema de justicia que se guíe por la austeridad y la honestidad.
El país no será viable si persisten la pobreza y la desigualdad. Esta es una de las sentencias del ensayo del Presidente. Cierto, la violencia se multiplicará, más aún, si la desigualdad y la precariedad son la experiencia de vida de millones. Y corre ese riesgo. La epidemia ya está afectando seriamente la economía no solo del país sino del mundo. Precisamente la quiebra del empelo ya es una realidad a gobernar. Es un problema a resolver en lo inmediato pero no atando el futuro del país a una deuda impagable. Recordemos que en los últimos años los presidentes trataban de arreglar las emergencias con dinero de deuda internacional al que le metían las uñas descaradamente.
Por eso el Presidente remata en una frase: “Para tener una sociedad segura no hay nada mejor que combatir la desigualdad y evitar la frustración y las trágicas tensiones que ésta provoca. Por ello sostenemos que la solución de fondo, la más eficaz para vivir libres de miedos y temores, pasa por enfrentar el desempleo y la pobreza, por evitar la desintegración familiar y la pérdida de valores, y por favorecer la incorporación de los jóvenes al trabajo y al estudio”.
Tres ejes propone en su texto y seguramente usted verá todo el esfuerzo posible empeñado en realizarlos. “Primero, que ante todo deben garantizarse las libertades y el derecho a disentir. Es un timbre de orgullo poder expresar que estamos domando la pandemia sin autoritarismo. En segundo lugar, ha quedado de manifiesto que la familia mexicana es la institución de seguridad social más importante del país, Tercero: Es indispensable revalorar la importancia que tiene la educación para la salud e impartirla en las escuelas y trasmitirla en la casa y a través de los medios de comunicación. Es mejor prevenir que solo apostar a curar. Debe darse atención a los males endémicos que más muertes causan en el país. El regreso a la nueva normalidad debe ir acompañado de la convicción de profundizar en los cambios ya iniciados por nuestro gobierno y poner atención en todo aquello que permita mejorar las condiciones de vida de los mexicanos para alcanzar una sociedad mejor.
Cierto. Desde hace décadas los estudios médicos determinan la urgencia de frenar el gravísimo problema de la obesidad en México. Nadie le ha entrado. Hay que empezar por lo básico: comer con moderación y sanidad. Ninguna política pública se instaló para gobernar la pésima alimentación que tenemos los mexicanos. Hoy, la pandemia se recargará con las personas obesas, hipertensas y diabéticas, para llegar a la cifra de obesidad en México se requirió de décadas de ausencia de gobierno que permitió y alentó la industria de alimentos nocivos. Tendremos a la vista las consecuencias.
Tengamos en claro que tendremos la oportunidad de vivir una experiencia humana muy difícil y que si no ponemos de nuestra parte sólo empeoraremos el proceso de equilibrio. Ojalá ya nos caiga el veinte y nos sumemos a resolver este largo y sinuoso camino que se nos presenta.
“Los cambios y los estilos de vida, deben de surgir en nuestro hogar” Octavio Almada
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