El tiempo se para ante el semáforo, las miradas se postran en quien toma unas pois y les prende fuego, son 60 segundos, tiempo que deberá ser suficiente para impresionar a los espectadores antes de que la luz se ponga en verde, es el arte circense que cobra vida en los semáforos de la ciudad.
Luisa Soto, es una artista urbana, originaria de Ciudad Obregón viviendo en Navojoa, quien sin miedo al fuego arriesga su vida cada 60 segundos para obtener un ingreso extra.
“Con amigos que me invitaban a Hermosillo o a Tijuana a convenciones de malabares, solo conocía las pois, solo que con pelotas y listón, me animé a darle con fuego y yendo a otras convenciones aprendí otros malabares” La única vez que me dio miedo fue la primer vez que lo intenté, no me he quemado ni me he golpeado, es difícil pero si practicas 5 minutos al día aprendes”
Equilibrio y concentración son parte fundamental del malabarismo, se trata de una tradición muy antigua, los egipcios lo plasmaron en sus muros, y en tiempos del príncipe Hassan, antes de Cristo, había mujeres malabaristas.
“Tengo muchas amigas que se dedican a esto, de esto viven, de ahí se mantienen” Cada vez creo que hay más mujeres y a quien quiera hacerlo, lo único que no les tiene que importar es el qué dirán, con eso tienen para hacer lo que quieran”
Luisa señala que los malabares y el arte han sido una oportunidad de empleo, donde a pesar de haber temporadas altas y bajas, alcanza para vivir.
“Hay días que en 4 horas saco $500, pero depende si es principio o finales de quincena”/ “Hay gente que me apoya, que me dice qué chilo, que padre, me encanta, o me reconocen por el grupo, antes de cantar hago ensamble, hago malabares con fuego, y hay gente que me dice que agarre una pala o me dicen que dejen de hacer eso y yo les digo: ¡Nunca, Nunca!”
Además, junto a su esposo integró una banda llamada “la Shukata”, donde a través de la música buscan llevar un mensaje de amor a la humanidad.
Para éxodo radio, Columba Chávez