El Cobanaro
Por Octavio Almada Palafox
Hace muchos años me topé contundentemente con la verdad del Poder Judicial. Este Poder tiene la cualidad de penetrar en las vidas de cada uno de nosotros, podría conducirla hacia la justicia o podría llevarla a al desastre moral y la indignación.
Contar la historia de ese acontecimiento sería reiterarles lo que ustedes conocen sobradamente, la nauseabunda forma de conducirse los jueces y, mediante un soborno, cambiar suerte y balanza según el monto. El Poder Judicial ha sido la desgracia para demasiados mexicanos que aprendieron una negra condición: “con dinero baila el perro”, un dicho popular que describe de penosa manera la naturaleza de muchos jueces.
Y falta un diagnóstico pleno, realista, crudo y pormenorizadamente subrayado de nombres y montos; pero no, no contaremos con ello. Lo cierto es que para entender uno de los campos más putrefactos de la crisis mexicana hay que contar la historia oscura, que la es casi toda, del Poder Judicial.
Y es que no podemos creer que existe un cambio real e integral en nuestro sistema político si ese cambio no se acompaña de una reforma al Poder Judicial de la Federación.
Vea nada más la forma de presentar la propuesta de reforma del mismo Ministro Presidente, Arturo Zaldivar.
Lelo de Larrea Transcribo, seguramente sin las mismas palabras que cualquier ciudadano diría.
“La impartición de justicia federal en nuestro país enfrenta grandes retos. Los jueces federales no siempre se conducen con la ética, profesionalismo, independencia e imparcialidad que deberían observar en sus funciones. Muchas veces sucumben ante intereses mezquinos (MUCHAS¡¡). Los cargos que deberían ocuparse por méritos, se otorgan a familiares y amigos en un afán por exprimir los recursos públicos antes que servir a la justicia. El sistema de carrera judicial no ha sido exitoso para asegurar que quienes lleguen a ser juzgadores sean las personas más honestas y mejor preparadas. Tampoco se ha podido desterrar la corrupción, sino que, por el contrario, la endogamia y el amiguismo han producido redes clientelares muy arraigadas, en las que se trafica con plazas, se intercambian favores, o peor aún se pone precio a la justicia.
Todo ello genera desigualdades en el sistema de judicial, dificulta que los más pobres puedan ser escuchados y que sus reclamos sean atendidos, lastima a la sociedad, y genera desconfianza en los jueces y en la justicia, lo cual, en su conjunto, impide el establecimiento de un verdadero gobierno de leyes. Ante esta realidad, una respuesta institucional ha comenzado a darse desde el propio Poder Judicial de la Federación, el cual recientemente ha adoptado políticas internas en la línea de combate a la corrupción y al nepotismo, fortalecimiento de la carrera judicial, capacitación de personal, así como mejoramiento del servicio de defensoría pública, con el claro objetivo de elevar la calidad de la impartición de justicia y hacerla accesible para todos y todas”.
Sorprende la voluntad de claridad del Ministro Presidente que conoce bien el estado catastrófico en que se encuentra la institución.
Los cierto es que habrá resistencias de cambio. La corrupción es por ahora, la arquitectura que sostiene esta institución como tantas otras de nuestro gobierno. Por ello el trabajo de desarticular la corrupción ha sido peculiarmente difícil complicado y muchas veces, poco comprendido por la mayoría que intuye, sí, que cambiar este país requiere tiempo, fuerza, paciencia.
Ya hemos visto ataques de adversarios al impulso de esta reforma y lo veremos más, pero será otro de los gigantescos pasos que México tendrá que dar para consolidar el proyecto de transición.
Mire usted en una apretada síntesis, le muestro los ejes rectores. Pero si Usted quiere consultar el
total de la propuesta lo podrá encontrar en la siguiente dirección web:
Los ejes principales de la reforma son los siguientes, observe los subrayados:
− Consolidación de una verdadera carrera judicial para todas las categorías, a las que se acceda por concurso de oposición.
-Limitación a la discrecionalidad de los nombramientos otorgados por jueces y magistrados, para garantizar que solo se otorguen a los vencedores en los concursos.
– Establecimiento de políticas que orienten las determinaciones del Consejo de la Judicatura Federal en materia de adscripciones, readscripciones, reincorporaciones y ratificación de juzgadores.
– Reforzamiento de las facultades institucionales de combate a la corrupción y al nepotismo.
– Impulso a la capacitación y profesionalización del personal otorgándole a la Escuela Judicial un rol
central en los concursos de oposición, confiriéndole también la capacitación y la carrera judicial de los defensores públicos.
-Fortalecimiento del Instituto Federal de Defensoría Pública, consolidando su sistema de carrera y ampliando sus servicios, de manera que los defensores públicos se conviertan en verdaderos abogados de los pobres.
– Apuntalar el rol de la Suprema Corte como tribunal constitucional, permitiendo que enfoque sus energías únicamente en los asuntos más relevantes para el orden jurídico nacional.
– Establecimiento de Plenos Regionales, en sustitución a los plenos de circuito, como órganos del Poder
Judicial de la Federación encargados de resolver las contradicciones de tesis en los circuitos sobre los que ejerzan jurisdicción, así como todos los conflictos competenciales que se susciten en el país entre órganos jurisdiccionales.
– Transformación de los Tribunales Unitarios de Circuito en Tribunales Colegiados de Apelación, con una integración colegiada que asegure mejor calidad y mayor certeza en sus resoluciones.
– Modificación al sistema de jurisprudencia, para fortalecer los precedentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a fin de que la doctrina constitucional que genere enmarque la labor del resto de los órganos jurisdiccionales del país.
Recordemos que esto tiene un largo camino dentro de los parlamentos por lo que conviene apresurar el paso para que sea la mayoría la que apruebe el contenido propuesto por el propio instituto.
Hay que aplaudir la conciencia de la propia institución por transformarse a sí misma. Su crisis y colapso ya era inocultable; Hay que reconocer la valentía de enfrentarse a los poderes negativos que anidan ahí, que no son pocos ni menores. Mucho tiempo esta institución tuvo la oportunidad de tener conciencia de sí, de auto transformarse, pero no existía una voluntad política para hacerlo y sí muchos frenos que venían desde los propios y anteriores gobiernos federales.
No perdamos de vista este proceso que repercutirá en la vida de cada uno de nosotros. Estamos viendo el nacimiento de otra nación…
“La justicia entre un ideal y lo ideal para un pueblo” Octavio Almada
@octavioalmada1
@ElCobanaro