El Cobanaro
Por Octavio Almada Palafox
Una ruptura cultural tiene grandes desafíos, grandes costos, desconcierto en imaginarios sociales colectivos y de reducida identidad, animosidad rijosa en círculos de poder estrechos como lo son los académicos, confusión en los procesos de sistematización regulares de los gobiernos, francas adversidades en los circuitos de corrupción parásitos, susto en los entornos internacionales. Un cisma cultural es lo más parecido a un sismo de grandes proporciones que trastorna paisajes y psicologías, además de propiciar una crisis insospechada en toda la inmensa cauda de dependencias, ahora destetadas.
Más que un cambio democrático, más que una confrontación contra los más rapaces poderes económicos o contra las más bárbaras mentalidades de derecha, la odisea que decidió asumir ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, una personalidad de alta definición con una pujanza titánica, es de naturaleza cultural. Por eso genera rabia y odio en las clases privilegiadas (y en sus peculiares y curiosos séquitos), que prácticamente caen en un delirio. Sí, es peligroso despertar tan demencial privación de la razón que invita a actos fanáticos.
Veamos: Los crímenes, la mortandad, las injusticias, la destrucción de las posibilidades de convivir con dignidad, la industria chatarra que se concentra en la alimentación, la información, la educación, la cultura, la salud. La llamada “fábrica de pobres”. Todo ello es producto minuciosamente hecho y pensado por el sistema neoliberal. Este sistema genera colosales riquezas que se concentran en poquísimas personas. Y se llama sistema porque está diseñado para controlar imaginación, futuros, comportamientos y respuestas sociales. El sistema lucha por mantenerse a toda costa, la sangre y el dolor que propician son lo de menos. Todo ello se blinda y se protege por una mentalidad social, una ideología elemental, grosera y ruda, capaz de concitar a todo aquel, o aquella, que no sea de su interés la vida digna de la mayoría de las personas. Los resultados de tantos años de esa ideología, los tiene a la vista, una desigualdad social que puede parecerle normal. Y no, no es normal.
Ante ello se confronta un hombre que ha logrado descifrar la entrada a un palacio que parecía inexpugnable, el palacio de gobierno, que fractura y aplasta una hegemonía que parecía inamovible. Y un hombre solo, que se tenía como un político vencido pero que logró con una pujanza casi sobrehumana colocarse en el máximo órgano del papel político. Un hombre solo que por su comportamiento y su palabra logra reunir una fuerza de 30 millones de votos que cimbraron no a un sistema nacional, sino a una de las piezas mundiales del capitalismo mundial, aquí en nuestro país donde se instalaron empresas saqueadoras, contaminantes, renuentes a sus responsabilidades fiscales, traficantes de influencias y adictos a los conflictos de interés, protegidos por mascaradas de licitaciones chuecas y acorazados por la impunidad y la opacidad. Todo ello sostenidos en una plataforma vacía de ética y atestada de dinero. Los que fueron desplazados no tienen el poder federal pero tienen mucho dinero robado y están operando a cielo abierto.
Los lectores sabrán de la construcción de doble sentido del Presidente: la estructura de justicia social que tantos corajes le crea a la clase social privilegiada y el combate frontal contra la corrupción que le está generando reacciones de consideración. Tanto la exhibición de los cientos de miles de facturas falsas que involucran a decenas de empresas corruptas, la prohibición de la condonación de impuestos que dañó la acumulación presupuestal, el congelamiento de miles de cuentas bancarias del crimen organizado y la exigencia de pagos de impuestos que grandes empresas se negaban a pagar. Todo esto tratando de ser tapado por las minucias y las centenas de notas falsas de los damnificados de la información que ahora conforman grupos de choque informativo, incluso desde el exterior. Observe Usted, por cierto, la forma idéntica de actuar de los grupos de derecha que no están en el poder, la misma manera, el mismo método de falsear la realidad y de chantajear y la misma actitud de obstaculizar todo lo que huela a social, salud social vivienda social, apoyos sociales, educación social, La escalofriantemente tontera de mentar de comunista a un Presidente que concilia con empresas, con obras públicas con iniciativa privada, que habla y acuerda con el Presidente de Estados Unidos y que francamente profesa una fé. Nada más lejos de eso que los fantasmas rojos que pululan en la mente de los fascistas.
El Presidente y sus tácticas de información que desesperan a cualquier agencia que trate de controlar la agenda mediática han logrado una sana definición de los matices de la desigualdad social. La conciencia de clase, de la ubicación en la escala social, sus causas y destinos, de sus identidades y de sus adversidades está creando una escuela de autoconciencia que pretende definir que estábamos sentados en una armonía social colonizada, falsa, indigna. Nada más irracional. La historia de las clases sociales tiene que ser explícita, contundente, definida con claridad porque los conservadores sí tienen claro quiénes son y qué quieren. Quieren la desigualdad social, la corrupción, la pobreza continua y consistente, la ganancia extrema y corrupta, la pasividad de los explotados, el consumo chatarra. Eso quieren y van por ello, a restituir sus privilegios, a ganar dinero sin trabajar, a enredarse en intereses y apoyos para proseguir con su inmundicia moral.
Y para multiplicar el grado de dificultad de este gobierno, la pandemia mundial arriba a nuestro país mal nutrido, en su mayoría con obesidad y comorbilidades, sedentario y con pulmones de ciudad, fumadores e hipertensos. Ningún país estaba preparado para tal desafío sanitario, mucho menos los capitalistas que pretenden destruir la seguridad social. El gobierno ha dotado de un caudal presupuestal sin precedente Compra masiva de respiradores, conversión hospitalaria, 3 mil 500 millones para la atención contra la pandemia, contrataciones masivas de personal médico, eliminación de fideicomisos oscuros para reorientar presupuesto a la salud, información especializada cotidiana. Y lo que se acumule en la semana. Por ello, considere un año y medio de gobierno actual ante décadas de saqueo y delito desde los gobiernos anteriores.
“Transitando en la lucha y transformando un pueblo” Octavio Almada
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